jueves, 17 de julio de 2014

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Lyra se sentó despacio, y Will se sentó junto a ella.
-Ay, Will, ¿qué podemos hacer? -exclamó Lyra-. Quiero vivir siempre contigo. Quiero besarte y acostarme a tu lado y despertarme junto a ti cada día de mi vida, hasta que muera, dentro de muchos, muchísimos años. No quiero tener un recuerdo, un mero recuerdo...
-Yo tampoco quiero conformarme con recuerdos -dijo Will-. Lo que yo deseo es tu pelo, tu boca, tus brazos, tus ojos y tus manos. No sabía que era capaz de amar tanto a una persona. ¡Oh, Lyra, ojalá esta noche no terminara nunca! ¡Ojalá pudiéramos quedarnos aquí para siempre, y que la Tierra cesara de girar, y todo el mundo se sumiera en un sueño!
-¡Todos excepto nosotros! ¡Y que tú y yo pudiéramos vivir aquí eternamente, amándonos!
-Te amaré siempre, pase lo que pase. Hasta que muera y después de que muera, y cuando consiga salir de la tierra de los muertos mis átomos vagarán para siempre, hasta que vuelva a encontrarte...
-Yo te esperaré, Will, cada momento de mi vida. Y cuando volvamos a encontrarnos nos abrazaremos con tal fuerza que nada ni nadie podrá separarnos. Cada átomo de mi ser y cada átomo del tuyo... Viviremos en los pájaros, las flores, las libélulas, los pinos, las nubes y en esas motas de luz que flotan en los rayos de sol... Y cuando utilicen nuestros átomos para crear una nueva vida tendrán que tomar dos, uno tuyo y otro mío, porque estaremos unidos para siempre...
Se tendieron en el suelo, tomados de la mano, y contemplaron en firmamento.
-¿Recuerdas cuando entraste por primera vez en aquel café de Cittàgazze y nunca habías visto a un daimonion? -susurró Lyra.
-No sabía lo que era eso. Pero me gustaste en cuanto te vi, por lo valiente que eras.
-No, tú me gustaste antes que yo a ti.
-¡No es verdad! ¡Te peleaste conmigo!
-Bueno, sí -reconoció Lyra-, pero tú me atacaste.
-¡Mentira! Tú saliste como una furia y me atacaste a mí.
-Sí, pero me detuve enseguida.
-No hay peros que valgan -replicó Will con tono burlón.
Will notó que Lyra temblaba, y unos instantes después sintió que los delicados huesos de su espalda se movían de forma compulsiva y la oyó llorar quedamente. Will acarició su cálido pelo y sus tiernos hombros y la besó en la cara una y otra vez, hasta que por fin Lyra suspiró con un estremecimiento y se calmó.

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